Toma esta frase, “Y entonces, pude oír el silencio”, y cuéntame sobre la paz en cien palabras.
Este es el reto que lanzamos al alumnado de secundaria y, como suelen hacer, han recogido el guante y su imaginación y su palabra han volado para crear microrrelatos dignos de la mejor pluma.
¿No te lo crees?
Sigue leyendo.
Y entonces, pude oír el silencio.
Y todo porque pregunté si existe la paz.
Sus caras empalidecieron, todos callaron y no recibí contestación.
Había buscado el significado antes pero no era compatible con las situaciones sociales que vivimos hoy.
Nos enfrentamos hombres y mujeres, blancos y negros, ideologías de izquierda y de derechas, etc. Los telediarios demuestran constantemente que no existe.
Creo que por necesidad hemos vinculado la palabra Paz con que no haya una guerra activa, pero eso no es Paz.
Deberíamos buscar la palabra Paz en el respeto, en saber convivir, en ser capaz de no ver las diferencias sino ver solo a las personas.
Sarah
Y entonces, pude oír el silencio.
Tras el silencio una palabra empieza a repetirse como una canción de moda.
La paz comienza a expandirse por el planeta como un virus contagioso, con la diferencia de que esta vez, a su paso, los síntomas son la empatía, el optimismo y la confianza en los demás.
Las redes sociales se llenan de mensajes amistosos en todos los idiomas. La gente sale a celebrar la paz con alegría como cuando gana su equipo favorito el mundial.
Los gobernantes de los países más poderosos no son inmunes al virus de la paz, terminan firmando acuerdos. Nunca se atrevieron a romperlos.
Sandra
Y entonces, pude oír el silencio.
Rodolfo entendió que era momento de escapar, no se oían los disparos de las ametralladoras enemigas, sus compañeros yacían en las trincheras. La embajada estaba muy lejos de allí, no se podía hacer nada. Rodolfo se escondió, pensó en su familia, amigos, en sus compañeros cuyos cuerpos se encontraban sin vida en el suelo. Una bala le atravesó el estómago, su vida tan corta se acababa, sus recuerdos felices a cámara lenta venían a su mente y solo se preguntaba: “¿Por qué’?” ¿Cómo hubiera sido su vida si nada de esto hubiera pasado?. La ansiada paz llegó para él.
Pablo
Y entonces, pude oír el silencio.
Lo único que percibía en ese momento eran los latidos de mi corazón y mi contenida respiración. No me podía creer lo que estaba viendo. Toda aquella gente que había sacrificado su vida en ello, al fin tenía lo que quería.
Todas las guerras que habían arrebatado tantas almas, por fin habían acabado.
El ensordecedor ruido de las bombas que habían estallado tantos sueños, por fin había terminado. Todos los muros que se levantaron cortando el camino hacia la libertad, por fin se habían derribado y todo el odio que se proclamaba, se había convertido en amor. Lo habíamos logrado.
Andrea
Y entonces, pude oír el silencio.
El silencio de esa paz, tan sobrecogedora, asomado por el balcón mirando las calles huérfanas sin movimiento alguno y, ante aquella paz, me pregunté: ¿Qué es la paz?
Miré las ventanas de las casas y me replanteé la pregunta: ¿Aquello que veía era paz o era la carencia de ella? Todo el mundo encerrado en sus casas, en tensión, expectante por algo que no podían ver ni tocar.
¿Era eso paz? ¿O era una simple ilusión de ella camuflada por un silencio engañoso? En ese momento escuché un ruido procedente de una calle lejana. Un coche de policía en la calle, expectante por algo que hacer. No, no era paz.
Diego
Y entonces, pude oír el silencio.
Ya no había más ruido a mi alrededor, ni tan siquiera escuchaba mis propios pensamientos que siempre solían merodear por mi cabeza.
Y es que después de mucho tiempo escuché el silencio, que era sinónimo de tranquilidad y estabilidad en aquel momento. No tenía problemas ni había conflictos.
Entonces supe lo que era la paz, el bienestar.
Nunca antes había entendido este concepto tan relativo hasta ahora. Es una sensación única en indescriptible a ciencia cierta. Algo que no es fácil de encontrar, pero sin embargo, cuando la encuentras, luchas por mantenerla.
Ojalá todos tengamos la oportunidad de encontrarla.
Claudia
Y entonces pude oír el silencio, era una noche tormentosa, esperando a que nos viniesen a recoger, todos estábamos ansiosos por dejar nuestro país en guerra y pasar a vivir a un lugar como España.
En el viaje pasé mucho miedo, las olas eran gigantes y más de una persona perdió la vida.
Tras un largo viaje llegamos a la costa española. De repente unos hombres vestidos de azul comenzaron a perseguirnos, mi padre me dijo que huyese y, mientras corría, cada vez oía las sirenas más cerca, giré en un callejón y alguien abrazándome dijo: “confía, todo saldrá bien”. Entonces pude oír el silencio.
Luna
Y entonces pude oír el silencio.
La música dejó de sonar. Y pude volver a la realidad.
La vida se me cayó a los pies y sentía que no podía caminar.
Tornaban a mi cabeza las desigualdades. Y me sentaba mal.
Tenía un nudo en el estómago. Y las lágrimas a punto de brotar.
¿En qué momento la sociedad se había permitido dejar crecer todas las desigualdades? Y me dolía que hubiera pasado.
Me arrepentía de haber quitado la música. Y haber vuelto al mundo real.
Me dolía haberme dejado decepcionar por el mundo. Y por la vida.
Todas las desigualdades del mundo cayeron sobre mis hombros.
Miriam.